viernes, 27 de marzo de 2009

El Test de Rorschach en Selección y Evaluación de Personal

Este test es un clásico que nunca perderá su vigencia.

No es de utilización masiva ya que es un test costoso por el tiempo que lleva tomarlo e interpretarlo correctamente.

De allí que generalmente se emplee para evaluar perfiles gerenciales o personal para puestos claves. En otras palabras, cuanta más responsabilidad un candidato habrá de tener -por el contexto en que desempeñará una tarea o por las características de la misma- más pertinente se vuelve la información que brinda.

Existen programas computarizados pero analizar un Rorschach con ellos equivale a desperdiciar e incluso sopesar erróneamente la mayor parte de los valiosos datos que su adecuada interpretación aporta.

Este test de manchas permite responder la siguiente pregunta en el ámbito laboral: "¿con qué tipo de recursos cuenta este candidato en relación al puesto?" o "¿cuál es el comportamiento que tendrá trabajando?"

Del Rorschach podemos obtener la siguiente información respecto de la persona evaluada:
- Rendimiento intelectual (tipo de pensamiento y cualidad del mismo)
- Tipo, riqueza y características del pensamiento
- Grado de originalidad en sus enfoques o creatividad
- Grado de flexibilidad o estereotipia comportamental
- Nivel de aspiraciones y capacidad operativa para plasmarlas en resultados reales
- Capacidad de decisión, grado de iniciativa y planificación
- Recursos que utiliza para la toma de decisiones
- Eficacia en la percepción, juicio crítico y juicio de realidad
- Estilo de procesamiento y modo de organización de los datos percibidos
- Capacidad de análisis, capacidad de síntesis y sentido común
- Manejo de afectos y agresividad
- Tipo de vínculos interpersonales (cooperación, solipsisimo, trabajo en equipo, empatía)
- Capacidad para liderar grupos de trabajo
- Reacciones esperables y reacciones antes la adversidad
- Existencia de angustia y formas de manejarla (grado de riesgo de actuar antes de pensar)
- Tolerancia a la frustración
- Eficacia del trabajo bajo presión
- Realación con la autoridad y actitud hacia las normas
- Posibilidad de adaptarse a grupos de diversas características

M. Rau

lunes, 23 de febrero de 2009

Sobre las soposiciones y los malentendidos

Dentro de tantas historias diferentes que uno escucha de sus pacientes pude hallar una generalidad. Algo que encontré en todos ellos sin excepción: padecen "el mal de la suposición".

Vienen y relatan lo que otros le han hecho y siempre suponen un sentido sobre ese accionar. Cuando les pregunto cómo llegaron a esa conclusión, si es que le preguntaron al otro en cuestión o si es una deducción a la que ellos mismos arribaron, allí mis pacientes con argumentos de lo más razonables siempre confirman que es una conclusión construída sobre la base de lo que ellos fantasean, no sobre una charla sostenida con el otro... y así van alejándose de las razones del otro en realidad.

Algunos pacientes van luego a preguntarle al otro en cuestión, y allí se encuentran con que las razones de ese otro no son exactamente las que ellos suponían en un principio.

Aquello que es tan sencillo como ir primero y preguntarle al otro -sea pareja, hijo, padre, amigo- sobre la causa de un accionar que nos afectó en lugar de comenzar a suponer y a mortificarnos y enojarnos, no es algo que hacemos con frecuencia... sino piense Ud. que me está leyendo cuántas veces le pasó lo que aquí hoy describo.

Si la próxima vez va y pregunta quizá se evitaría disgustos! Muchos de los problemas de relación se fundan en malentendidos que no son aclarados oportunamente y sobre ellos se tejen más malentendidos hasta llegar a afectar permanentemente la relación.

Lic. Liliana Schiavone

martes, 17 de febrero de 2009

Sobre reencuentros en internet

Chateando con un amigo que vive en el exterior comencé a contarle de mi vida, de los 25 años que pasaron desde que nos vimos la última vez... él se sorprendió por cómo yo hablaba de mis sentimientos como si fuesen actuales, en aquellos recuerdos que le relataba. Me preguntó si aun seguían afectándome, por la forma en que subjetivaba mis relatos.

Reflexionando sobre esta observación me di cuenta que no puedo hablar de mi desde lo anecdótico únicamente, pues lo que sentí en cada momento de mi vida fue lo que me convirtió en la persona que soy actualmente. Soy producto de mi historia pero principalmente de cómo mi historia impactó en mi.

Los psicoanalistas afirmamos que todo recuerdo es encubridor, es una construcción y tratamos de indagar lo que desde el sentido común se denomina el "sentido oculto", al igual que en los sueños, lapsus, olvidos y otras formaciones del inconsciente. Con respecto a los recuerdos allí solemos separar las imágenes que los conforman del afecto del que fueron acompañadas en aquel momento, así es que recordamos sin volver a sentir el dolor o amor o tristeza que sentimos en ese entonces. Eso es lo que hace que nos sea tan fácil olvidar, no hace falta olvidar el suceso en sí si logramos separarlo de la sensación que lo acompañaba, pues ya no despertará ningún efecto sobre nosotros!!

Un día en una sesión de análisis mi analista me dijo algo así como que a mi me fallaba el olvido... los dos nos reímos sobre su interpretación, era una verdad muy obvia pero era fuerte decirla y escucharla. Creo que esa es la explicación de mi buen amigo sobre mi forma de relatarle mi vida para que pueda conocerme aun hoy a la distancia y después de tantos años.

Liliana Schiavone

domingo, 8 de febrero de 2009

Búsqueda laboral: hay que tener en cuenta lo que pide el aviso

Es bastante frecuente que quienes están en búsqueda de un nuevo trabajo envíen sus currículums en forma masiva a cuanto aviso o dirección de correo encuentren.

Ocurre entonces que cuando son convocados a una entrevista no saben muy bien por qué canal llegaron allí. Esto es relativamente fácil de solucionar preguntando al respecto: por ejemplo qué firma los convoca, cuál es el puesto a cubrir, etc.

Algunas personas llegan bien informadas a la entrevista, o saben perfectamente de qué se trata la búsqueda en curso porque se la hemos recordado en detalle. ¿Cómo se explica entonces que no lo tengan en cuenta?

Cierta vez entrevisté a una joven mujer para un puesto de ejecutivo de cuentas en una importante entidad financiera. Cuando llegó su turno de hablar, -pues se trataba de una entrevista grupal- explicó con claridad y muchos detalles cuánto detestaba el trabajo estructurado y estar encerrada en una oficina. Fue un encuentro muy divertido porque la joven era realmente encantadora e hizo reír con su estilo al resto de los participantes. De seguro era excelente en situaciones donde podía utilizar sus habilidades y sentirse a gusto, pero mostró que este puesto le provocaría gran sufrimiento e incomodidad.

En otra ocasión buscaba un administrativo con estudios en el área contable. Tenía en entrevista individual al candidato que de acuerdo a su currículum se ajustaba al puesto. Sin embargo me explicó que no le agradaba la contabilidad sino coordinar personas en ventas y atención al público. Divino! pero no era lo que el cliente necesitaba en ese momento.

Cuando una persona busca empleo no tiene manera de saber el perfil que se necesita cubrir, pero sí es conveniente que tenga en cuenta lo que se publicó en el aviso pues la mayoría de las veces se detallan las tareas que deberá realizar. También es recomendable escuchar al entrevistador prestando atención a la información que transmite.

Es mejor planificar una búsqueda de empleo, respondiendo a avisos que sí resultan interesantes o acordes a lo que se está buscando. De lo contrario el riesgo es que se desperdicie tiempo y esfuerzo solo para sentirse en movimiento.

M. Rau

lunes, 2 de febrero de 2009

Ceder angustia


El título de estas jornadas me llevó a pensar qué había de común entre el síntoma y el fantasma. Finalmente allí se podría incluir todo lo que el psicoanálisis tiene para enseñarnos. Podría decirse que por sus coordenadas un psicoanálisis comienza su andar y también que por allí pueden leerse sus conclusiones.

Un análisis transcurre en un tiempo transitado varias veces, un tiempo que comprende los de la infinitud de sus comienzos y los de la finitud de sus finales. Es un tiempo fragmentado, propio de la apertura y cierre del inconsciente, que implica varios momentos.

¿Qué decir del tiempo que se repite?

El tiempo que se repite es el del encuentro con lo real, con lo imposible, con lo traumático, con el sin sentido. La particularidad de este encuentro es que para lidiar con lo real se apela siempre a las mismas estrategias proporcionadas por el fantasma y el síntoma. Resulta así que el sujeto está apresado, congelado, en una temporalidad que ya no es azarosa. Es el tiempo del surgimiento de la angustia.

De la angustia tras la que el sujeto se parapeta se sale a condición de asirse a un deseo y en este sentido el deso resuelve la angustia.

Hay un tiempo de la repetición pero puede haber también un tiempo diferente, nuevo, distinto.

Para que este surja el analizante deberá ceder su angustia; no solo apaciguarla sino dejarla caer, desprenderse de su cobijo. Es lo que Lacan señala debe ocurrir durante un análisis al decir que el neurótico no quiere dar sino que quiere que se le suplique. Así, habría que enseñarle a dar su angustia. Cito: "es tan cierto que de eso se trata, que igualmente todo el proceso, toda la cadena del análisis consiste en el hecho de que al menos da su equivalente, de que comienza por dar un poco su síntoma" (Lacan, Seminario X, Clase del 02/12/1962). Tres años antes, dictando su seminario sobre la ética, Lacan decía que analizante deberá haber pasado al término del didáctico por la "hilflosigkeit", el desamparo en donde no puede esperarse la ayuda de nadie, experiencia previa al desarrollo de angustia que lo señala (Lacan, Seminario 7, Paidós, 1988, p.362)

Es decir que el analizante deberá experimentar justamente aquello de lo cual su angustia lo protege; deberá actualizar, volver a consumar, una pérdida.

El tiempo en el que el analizante se encuentra atrapado en los comienzos es el de no querer saber nada respecto de aquella pérdida mítica en la que se constituyó. El síntoma es una tentativa fallida de elaborar lo que existe fuera del sentido. Acaba conmemorando enigmáticamente al trauma, lo revive, lo recuerda, lo atesora, intenta atemperarlo. Si Freud definió al trauma como perturbación económica del aparato psíquico, con Lacan podemos decir que el trauma es lo real que no logra ser atrapado en la trama del sentido. Al lugar de esta trama para el sentido que falta, irá el fantasma.

Los tiempos del síntoma, los tiempos de las fases del fantasma, son los que el analizante se la pasa repitiendo, por los mismos lugares, con las mismas artimañas. Cuando menos por un tiempo.

No es el mismo tiempo el de la pérdida constitutiva del sujeto, que el de la pérdida que habrá de ser consumada en el transcurso de un análisis. Una y otra pérdida difieren, uno y otro tiempo también. Entre la pérdida en que el sujeto se originó y la pérdida que deberá re-experimentar, se ha erigido el muro de su yo, llámense ideales, señuelos, o de cualquier otra forma. Se ha abonado el sentido cuya consistencia proviene de la exclusión de lo real, aunque éste de todas formas se invita solo a la fiesta.

Esta actualización de la pérdida, este consentimiento a ella, no se da de una sola vez, también lleva un tiempo. Pero entonces es un tiempo 2. Si llamáramos tiempo 1 a aquel que se repite circularmente, este tiempo 2, cual fashes, hace vislumbrar otras respuestas ante lo imposible, otros destinos, otros desenlaces. Es un tiempo que no es pasado sino uno que va siendo.

Si en los comienzos de un análisis, se trata siempre del tiempo que se repite y que ahora nombramos tiempo 1, aquí en lo que hemos llamado tiempo 2, la repetición no está asegurada. Se trata entonces de ir haciendo la diferencia dejando a un lado la seguridad de lo conocido, dando espacio a la invención.

De cuánto un sujeto ama su síntoma vale como ejemplo la indicación que recibí durante una primer entrevista. Luego de explicar detalladamente aquello que lo desgarraba añadió "vos arreglame todo lo que me tengas que arreglar, arreglá todo lo que esté mal, menos este tema que te acabo de decir".

En cuanto a ese tiempo nuevo que hemos llamado tiempo 2, diré que esto -del orden del final de análisis- no es algo que ocurra únicamente en los tramos finales de una cura puesto que hay algo de los finales que se pone a rodar desde los inicios y se va presentificando cada vez un poco más.

De lo que en los inicios de un análisis anticipa algo de los finales, valga otro ejemplo. Se trata de un hombre de 57 años a quién atendí durante un año en un servicio hospitalario. Se presentó diciendo que "no podía tomar decisiones", mientras tanto iba perdiendo cosas. Al tiempo de iniciar su análisis pudo recuperar mucho de lo que había perdido, también comienza a tomar decisiones y a estas alturas dice "antes estaba prisionero, asfixiado, pero ahora estoy contento de vivir". En nuestro último encuentro me sorprenden sus palabras. "Ahora cambió todo; ahora se que tengo heridas internas, se que las tengo y se donde están. Me di cuenta de eso pero no desaparecieron, solo las recorrí un poco y van a seguir destilando pus. Eso antes me invadía y yo quería taparlas como con un parche, un apósito. Ahora se que están ahí y que de vez en cuando van a drenar. No están curadas, pero ahora estoy alertado de eso". Estas palabras, me parece son la confirmación de un cambio ya acaecido. En esto que el dice haber recorrido se anticipa algo del fin, algo de un tiempo donde lo contingente tiene un lugar, donde puede surgir lo novedoso.

Para concluir. En los inicios de un análisis hay un tiempo tanto actual como pasado, es decir un tiempo apresado, detenido, inapropiado. Hay hacia los finales un tiempo a ser creado en cada partida con lo que se ha dejado caer, un tiempo re-inventado, un tiempo no condenado a la era de lo impropio. Ceder angustia implica ceder ese objeto innombrable cuya función es la de ser causa del deseo.

M. Rau

Versión del trabajo presentado en las Jornadas "Síntoma y Fantasma" del Instituto de Estudios Psicoanalíticos, 2002. Texto orginal publicado en Acheronta Nº 16

domingo, 25 de enero de 2009

La evaluación psicológica en el campo laboral



¿Qué es?

La evaluación psicológica (también llamada "psicotécnica") se utiliza:
  • En selección de personal, como parte del proceso antes del ingreso de un candidato a una empresa en calidad de empleado.
  • En evaluación de personal, cuando los candidatos son parte de una firma y se pondera su desempeño a fin de promocionarlos o reubicarlos en otro sector.
En esta ocasión nos centraremos en el primer caso (dejemos el segundo para otra oportunidad).

¿Qué obtiene la empresa?

La evaluación psicológica busca conocer las aptitudes, características y competencias de las personas. Brinda información sobre la manera en que un candidato va a desempeñarse en un puesto de trabajo, qué se puede esperar en cuanto a su rendimiento y la forma de resolver los problemas que se le presenten.

La riqueza de la información y su utilidad pragmática ha hecho que en los últimos años la mayoría de las empresas soliciten este tipo de evaluación.

Constituyen un ahorro de tiempo, energía y dinero ya que así pueden tenerse en cuenta las características de los postulantes a fin de sopesar si son los adecuados para los puestos a cubrir o tareas que se necesitan implementar.

También sirven para evaluar si, por su personalidad, los candidatos son compatibles con el grupo de trabajo que ya está en funcionamiento y se podrán integrar al mismo.

Brindan información útil para liderar mejor a las personas que constituyen el capital humano de una compañía; de esta forma pueden propiciar el contexto más favorable para su buen desempeño.

En definitiva, se evita así el perjuicio que implica incorporar empleados que por sus aspiraciones o características no tendrán el rendimiento esperado, o que luego de un tiempo han de renunciar por no sentirse a gusto en el puesto que ocupan. El objetivo es conseguir al mejor o al más adecuado para cada puesto laboral.

Un beneficio adicional es que al utilizar este tipo de evaluaciones se evita incorporar personas dañinas para la comunidad de trabajo, aquellos que son manipuladores y por ende a la corta pero en general a la larga, provocan problemas (entre ellos el mobbing o acoso laboral que implica violencia psicológica y en muchas ocasiones pérdidas económicas a consecuencia de juicios)

Dependiendo del puesto que ocupará el candidato, la evaluación buscará evaluar específicamente las competencias pertinentes para un desempeño exitoso.

Una evaluación psicológica se compone de una entrevista y una batería de Test que se ajuste al candidato (su nivel cultural, la forma en la que se pueda expresar mejor, un test al que no esté habituado, etc) buscando así obtener determinada cantidad y calidad de información.

Los informes, dependiendo de las necesidades de la empresa, pueden ser sintéticos o extensos, con menor o mayor información. La clave de un buen informe radica en no expresar las conclusiones con términos técnicos. El informe cumple su propósito si está redactado en un lenguaje sencillo y puede ser comprendido sin ambigüedades por cualquier persona que lo lea. Debe centrarse en lo que es útil en el ámbito laboral y no adentrarse en aspectos de la vida privada del postulante que no han de interferir con su desempeño (aun cuando en la evaluación se haya indagado en su vida personal al solo efecto de comprender mejor sus motivaciones, historia, etc.)

¿Cómo lo enfrentan los candidatos la evaluación?

Es cierto que ellos llegan a la cita casi por obligación, están buscando trabajo y esto forma parte del proceso de ingreso, no son ellos los que piden la evaluación. Algunos nunca han tenido contacto con un profesional de la psicología, pero como muchos en Buenos Aires están en análisis (y se observan los beneficios de psicoanalizarse a la luz de los resultados de la evaluación!) se sienten cómodos en este momento.

En mi experiencia son pocos los candidatos que vienen con resistencia u hostilidad a la evaluación y si lo hacen, cambian de actitud apenas se distienden. Suele ocurrir que encuentran la situación interesante, tanto sea por los Test o por la entrevista que se transforma en una charla grata para muchas personas. Muchos gerentes y profesionales incluso me agradecen lo interesante de la conversación que tuvimos sobre su vida, sus experiencias.

Cuando el evaluado se distiende depone su actitud alerta y ocurre que tras un par de horas de trabajo preguntan "Cómo??!! Ya terminamos?" y algunos incluso protestan por tener que marcharse.

M. Rau

sábado, 10 de enero de 2009

El trabajo de un duelo

No es tan frecuente que un sujeto consulte a un psicoanalista tras la muerte de un ser querido. Sin embargo ahí estaba Carla, jurándome una y otra vez que no tendría más hijos.

Era una mujer joven. Viajaba muchos kilómetros para acudir a nuestra cita. Mientras trabajábamos su hijo de 8 años la esperaba tras las puertas del consultorio. Junto a un andén, del otro lado del conurbano, la aguardaba su esposo para que no llegara sola a su casa.

Ana, su hija menor, había muerto hacía más de un año luego de luchar contra el cáncer desde sus 6 meses. Su segundo cumpleaños fue festejado en terapia intensiva, estaba tan dolorida y desfigurada que apenas podía sonreír y susurrar.

Desde que Ana murió Carla se había aislado, no se sentía a gusto con su marido, solo reñía con él. Su pequeña la había abandonado y esto le impedía disfrutar de los que seguían estando junto a ella.

El proceso del duelo (palabra que significa "dolor") se inicia tras cada pérdida significativa. Tratándose de muertes las estadísticas hablan de 2 años para tramitarlas y aunque no siempre sucede, nada dicen de los sujetos y sus desgarros en el proceso.

La muerte de un ser amado deja un agujero en lo real. Se trata de una falta irreemplazable, el mundo entero queda trastornado por esta ausencia. La muerte viene sin que se la llame y ninguna explicación alcanza o conforma a quien sufre.

Es necesario un trabajo psíquico para que un sujeto pueda volver a tomar las riendas de su vida, pues sintiéndose abandonado se siente también un poco muerto. Para que recupere el interés en el mundo se requiere del trabajo del duelo. Se trata de un proceso mediante el cual hay que consumar la pérdida por segunda vez. El agujero en lo real debe ser autenticado pieza por pieza en el universo simbólico.

Esto quiere decir que lleva un tiempo y un arduo esfuerzo verificar día a día la ausencia del ser querido. Quien está en duelo ya "no le hace falta" a quien falleció. Perdió al ser amado y perdió también algo de sí mismo.

La muerte no se acepta fácilmente. Al principio incluso se sigue hablando de quien ha muerto en presente, como si viviera. "Siempre me dice...", "él opina que..." Más adelante se corrige el tiempo verbal, pero esto no significa que se haya aceptado la muerte del otro y que no suscite emociones como miedo, enojo, pena, etc.

Los ritos funerarios favorecen la inscripción de la pérdida (diferente de la mera ausencia) que después se deberá elaborar. Aunque inconfeso, es frecuente que se alucine al ser querido, que reaparece en escena durante los primeros tiempos bajo la forma del fantasma. Es algo común en nuestra cultura. El film "Bajo la arena" (Sous le sable, de François Ozon) nos presenta el drama de una mujer cuyo esposo desaparece misteriosamente en el mar; el director es meticuloso en su presentación de un duelo no consumado tras una muerte sin inscripción en el campo de lo simbólico.

Pero volvamos a Carla. Pasó un tiempo hasta que pudo comenzar a contarme cada detalle relacionado con la enfermedad, los padecimientos y la muerte de Ana. Antes se aseguró que pudiera soportarlo y sostenerla. No era algo fácil de largar, tampoco era algo fácil de escuchar.

No hay palabra posible que esté a la altura de la significación en estos casos. Por eso aquella joven mujer se llamaba al silencio.

Una palabra no estará a la altura, pero muchas, si.

"No quiero olvidar", me dijo. "No debe hacerlo", respondí. Todos le decían que debía dejar atrás el pasado y olvidarse de su hija. La sorprendió que mi sugerencia vaya en sentido contrario. Yo no quería que olvide, quería que me cuente.

En nuestros encuentros se impuso el tiempo del decir. Al final Carla continuó con las marcas de esta dolorosa experiencia pero sin quedar prisionera en ellas.

Al ir tramitando la muerte de su hija fue redescubriendo la presencia de su hijo. Paralelamente cesaron las riñas con su marido y comenzaron a compartir charlas y encuentros. Más adelante aun, recibió con mezcla de temor y alegría una noticia: estaba embarazada. Ahora, lejos del punto en el que se encontraba cuando vino a verme, deseaba correr el riesgo, sabiendo que nada le aseguraba que las cosas fuesen perfectas. Decidió no interrumpir este embarazo.

Para entonces me mostraba las fotografías de Ana ordenadas cronológicamente desde su nacimiento hasta la semana previa a su muerte. Fueron encuentros duros. A estas alturas ya no tenía aquellas pesadillas en las su hija le pedía ayuda. Ahora cuando soñaba con ella la veía bien; un día soñó que se despedían, que su hija se iba al cielo y le pareció buena señal. Ya no se despertaba angustiada en medio de la noche.

No mucho después dimos fin a nuestros encuentros, el trabajo había terminado. Tras la última sesión programada, cuando abandoné el consultorio esa misma noche me sorprendió encontrarla en la calle. No fue casualidad. Lucía me esperaba junto a su hijo y su marido. Aun quería mostrarme algo antes de la última despedida: "quería presentarle a mi familia". La había recuperado y quiso incluirla en nuestra historia.

Se cree en la muerte como accidente del destino. ¿Y el destino de quien debe hacer el duelo? Se supone que aquello pasará. Sin embargo si el duelo no se lleva adelante hasta el final, hay consecuencias. Faltan ganas de vivir, falta empuje para emprender desafíos nuevos, el deseo queda suspendido. Detenerse en los significados del término "suspendido" permite apreciar la magnitud del efecto en juego. Reprobado, eliminado, colgado, interrumpido, castigado, desautorizado, paralizado, demorado, apartado, roto, embargado... El deseo "suspendido" lleva a estar medio muerto o al menos bastante comprometido.

M. Rau


Entrevistas de selección, como actuar



A diario recibo a personas que buscan un nuevo empleo. No es infrecuente que me quede pensando en lo que sucede durante las entrevistas, pero contaré de ello en otra ocasión.

Oigo y leo seguido que cuando se busca trabajo hay que caerle bien al entrevistador. Dicho así, pareciera que el asunto se tratara de una cuestión subjetiva, de simpatía.

Personalmente empatizo con las personas y sus historias. ¿Significa eso que son buenos candidatos? No. El mejor candidato es el más adecuado para el puesto que se necesita cubrir.

No importan mis gustos personales. En selección de personal los buenos candidatos no son aquellos que quisiéramos tener de amigos, sino aquellos que pueden satisfacer las expectativas del cliente.

Con frecuencia amigos y conocidos me preguntan, "¿qué debo decir para tener mayores portunidades en una entrevista?"

Lo mejor es que se relajen, sean honestos, den respuestas bien justificadas, expliquen adecuadamente lo que se les pregunte, escuchen al entrevistador, no traten de caerle bien ni ser simpáticos a la fuerza, sean puntuales y vistan acorde al trabajo para el que aplicaron su currículum vitae.

Quienes hacemos selección estamos entrenados para prestar atención a todo lo que se dice en una entrevista. Esto incluye lo que se dice con palabras o actitudes, en serio o en broma, a través de anécdotas u opiniones.

Lo mejor es que sean sinceros y se muestren como son ya que si intentaran dar una imagen distorsionada a la larga o a la corta entrarían en contradicción o tendrían dificultades para explayarse libremente sobre los temas que surgen en la conversación.

Buscar empleo es trabajoso, ¿por qué hacerlo más complicado?

M. Rau